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jueves, 30 de mayo de 2013

Para el 2025 en el mundo habrá aproximadamente 800 millones de personas con 65 años y más


Este futuro demandará la existencia de profesionales en geriatría, gerontología, demografía, y por supuesto de enfermeras y cuidadores
Si en una visión retrospectiva se encuentra desamparo social y vulnerabilidad crecientes de los ancianos, esa tendencia se afirma y agudiza cuando las economías entran en recesiones

El envejecimiento demográfico es irreversible en todos los países, se estima que para el 2025 en el mundo habrá aproximadamente 800 millones de personas con 65 años y más, de los cuales África registra los porcentajes más bajos y América del Norte (Estados Unidos y Canadá) los más altos, señala el académico del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco.
Para este fenómeno insólito con consecuencias relevantes para la vida social, cultural y económica, el desarrollo histórico de la naturaleza humana impone una condición nada grata que las instituciones sociales escasamente mitigan o suavizan, indica el también coordinador del sitio de divulgación económica El Observatorio Económico de México.
En el artículo titulado “La vejez y el envejecimiento mundial”, el investigador afirma que este futuro demandará la existencia de profesionales en geriatría, gerontología, demografía, y por supuesto de enfermeras y cuidadores -que han contribuido a conocer el perfil de los viejos y las fases del envejecimiento-, tanto o más que otros oficios como ingenieros y diseñadores, entre otros.
Lo que hay detrás de un futuro no muy lejano con más viejos-viejos es el incremento en la esperanza de vida, que los demógrafos definen como “una estimación del promedio de años que viviría un grupo de personas nacido en el mismo año…” noticia no grata cuando en el planeta la desigualdad social y la pobreza campean por doquier, apunta.
La longevidad describe el mayor peso relativo de la vejez y detrás de ello hay varios factores como una natalidad menor ahora planeada y deseada, un descenso continuo de la mortalidad infantil, juvenil y adulta, así como los avances notables en la medicina preventiva y correctiva y la universalización de los sistemas de salud pública, bastante estrechados por las políticas económicas de austeridad fiscal de los últimos años.
Estar viejo, pobre, enfermo y solo, es sin duda, una condición humana extrema que expresa un final sombrío y lastimoso y desafortunadamente son muchos millones de personas los que llegan al último tramo de su vida en estas atroces circunstancias, refiere el maestro Fernando Chávez Gutiérrez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Visto en una dimensión social amplia, el envejecimiento demográfico es un proceso que cambia gradualmente la “pirámide poblacional”.

Hasta ahora, en todas las regiones del mundo domina en diferentes grados y niveles la población infantil, juvenil y madura, pero estamos transitando sin pausa hacia una nueva sociedad debido a esta nueva tendencia demográfica, sin soslayar otros factores significativos como el tecnológico.
Una cuestión alarmante e innegable frente al panorama demográfico del porvenir que ya se está gestando ahora son las instituciones sociales, políticas y culturales existentes que no están a la altura de los desafíos que vienen en este terreno.
Si en una visión retrospectiva se encuentra desamparo social y vulnerabilidad crecientes de los ancianos, esa tendencia se afirma y agudiza cuando las economías entran en recesiones y se aplican los ajustes fiscales de austeridad como elementos centrales para salir del hoyo”; los últimos cinco años en la aldea global, 2008-2013, los de la Gran Recesión, dan cuenta de esto último y para documentar lo dicho vale sólo poner el dedo en el renglón de las pensiones y la seguridad social.

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